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La prevalencia media por grupo de colas mordidas en el momento del sacrificio en las diferentes granjas se encontraba entre el 14,1 ± 2,1% y el 20,1 ± 3,0%. La probabilidad de tener un macho castrado con presencia de mordeduras en la cola fue 2,9 veces mayor que en primerizas. La mayoría de lesiones observadas se puntuaron con un nivel de severidad de 3, indicando presencia de heridas moderadas con bajo grado de infección. Se detectó una correlación positiva entre la prevalencia de machos castrados con lesiones en la cola y el porcentaje de hembras en el grupo. Si bien los cerdos sin presencia de mordeduras no tenían pesos al sacrifico significativamente mayores que los cerdos con una severidad 1, a partir 1, el aumento de la severidad dio lugar a una disminución de los pesos. La presencia de lesiones con severidades de 3 a 4 se asoció de forma positiva con el subsiguiente decomiso de las canales.
Este estudio muestra que la utilización de sistemas outdoor no evita los problemas de caudofagia.
P.K. Walker and G. Bilkei. Tail-biting in outdoor pig production. The Veterinary Journal. 2006. Vol. 171 (2): 367-369.
